viernes, 28 de diciembre de 2012

Tercera práctica: Modelo de televisión pública, Telemadrid


El actual, y más vivo que nunca, debate sobre los beneficios y los gastos del mantenimiento de una televisión pública y autonómica, podríamos decir que viene precedido como nunca antes había ocurrido, por el ERE que en julio de este mismo año anunció Radiotelevisión Valenciana (RTVV) con 1295 despidos (hoy serían 1198 los trabajadores que perderían sus puestos de trabajo). Sin embargo, la consabida crisis económica que asola nuestro país y la ya también conocida crisis de la profesión periodística han favorecido que el debate de aquellos que están a favor o en contra de una televisión pública se haya avivado mucho más con la actual situación que atraviesa Telemadrid.

Quizá el debate periodístico que está surgiendo en torno a la figura de entidades como Telemadrid, resida en la actualidad en analizar el cumplimiento de lo que se ha bautizado como una gestión de “servicio público”. Sin embargo, ¿podríamos decir que las televisiones privadas como Telecinco, Antena 3 o La Sexta no  desarrollan una labor de servicio público? Puede ser que la respuesta sea determinar qué objetivos y fines persigue una televisión privada como las anteriormente citadas y cuál sería el fin de una televisión pública como TVE o pública y autonómica como Telemadrid –aunque bien es cierto que entidades privadas y a su vez, públicas, sostendrían que su programación vela por el cumplimiento del Servicio público de la comunicación audiovisual como recoge el Art.40.1 de la Ley //2010 General de la Comunicación Audiovisual-.

Se entiende que el papel de la televisión pública reside en dar cabida a una información veraz, plural y de calidad, que se aproxime al ciudadano, que sea un organismo que fomente el desarrollo cultural y de  identidad o que  vele por crear unos contenidos  que se centren en  aquello que no puede encontrarse en una televisión privada. Sin embargo, muchas de estas bases que componen lo que debiera ser una televisión pública como tal no se cumplen y menos aun cuando se trata de televisión no sólo pública como TVE, sino televisiones públicas y autonómicas como Telemadrid, donde puede decirse que el foco de control y debate es mucho mayor cuando entra en cuestión la labor que estas entidades realizan a través del dinero de sus ciudadanos y sobre todo, por su tendencia ideológica.


En Informe sobre el papel de la Televisión Pública Autonómica en España, Forta señala que en el contexto actual de los medios de comunicación públicos se han visto y se ven perjudicados por: la propia transformación del medio, por la pérdida de inversión publicitaria, por la fragmentación de la audiencia (podría entenderse como causa el auge de canales con la TDT), la presión para controlar el gasto, límites del servicio público y la dificultad en la explotación.

Asimismo,  y como no, yo añadiría que la necesidad del partido de turno por hacerse con el control del medio público o medio público y autonómico, ha favorecido que la rentabilidad y la credibilidad de su servicio se hayan visto notoriamente perjudicadas; sin duda, creo que es un elemento que resta puntos en su desarrollo de ese servicio público. De esta forma además creo que la presión sobre la televisión pública viene determinada por la justificación mediante el índice de audiencias de la inversión que sobre la entidad previamente se hace con fondos públicos. Es decir, tiene que equilibrarse el gasto que se realiza con su eficacia en la sociedad que es por la que se crea.

El vídeo elaborado por trabajadores de Telemadrid en el que se ilustraba con humor la evolución y caída de la corporación desde la llegada de Esperanza Aguirre señalaba como punto principal de su decadencia en audiencia y por consiguiente, en inversión publicitaria, la falta de credibilidad por la innegable mala gestión y politización de Telemadrid. Pero bien es cierto, y en el caso de Telemadrid, que podría añadirse que los contenidos ofrecidos por esta cadena han ido perdiendo no sólo calidad sino originalidad. Recuerdo que programas como “Madrileños por el Mundo” o “Madrid directo” eran símbolo de originalidad en la cadena y en el caso de “Madrid Directo” de ser un programa entretenido que sobre todo informaba de actividades culturales o formativas en la Comunidad de Madrid que no eran abordadas en otras cadenas. Sin embargo, estos formatos fueron copiados por TVE con “Españoles por el Mundo” o “España Directo” y, más tarde, Cuatro, por ejemplo, se haría eco de estos programas con Callejeros o Callejeros Viajeros con su particular punto de vista.

Por lo tanto, creo que hubo un momento en el que Telemadrid era un modelo de programación admirable por su variedad y por ofrecer contenidos que respondían a las necesidades del espectador, pero ahora, éste puede encontrar ese tipo de formatos en  las televisiones privadas. Quizá el planteamiento de debate ya no sólo resida en la politización de la cadena, sino en plantearse qué se puede hacer para sobreponerse a la competencia y ofrecer ahora más que nunca aquello que la televisión privada no se interesa por ofertar.

Desde mi punto de vista la televisión pública tuvo, tiene  o tendría que tener  dos ventajas (entre muchas otras) con las que  sin duda puede hacer frente a la feroz competencia de las cadenas privadas: no tiene o tendría que estar pendiente del índice de la audiencia sino de cumplir con el objetivo de lo que la sociedad demanda, creo que no hay mayor logro que conseguir satisfacer las necesidades del ciudadano. No se necesitan los manidos shows  o concursos televisivos para captar audiencia, sino (y puede ser utópico y muy difícil) buscar aquellos huecos que las televisiones privadas no consiguen solventar. La segunda ventaja desde mi punto de vista es que la televisión pública no tiene o tendría que comparecer ante sus posibles accionistas o inversores para dar muestra de su rentabilidad. Pero sin duda, y volvemos a lo mismo, en los tiempos que corren, todo gira en torno a las audiencias y los beneficios económicos que se generan.


El 1 de agosto de 2012 entró en vigor la ley que reformaba la Ley General de Comunicación Audiovisual aprobada en la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero. En la actual ley vigente (6/2012 de 1 de agosto) se establece como primer punto que las Comunidades Autónomas deberán presentar anualmente un informe donde se establece un equilibrio entre la inversión realizada y la rentabilidad generada acogiéndose a lo estipulado en la Ley Presupuestaria; un punto clave al que Telemadrid no puede hacer frente a día de hoy y por el cual se están evaluando diferentes fórmulas para que la cadena no eche el cierre definitivamente, un hecho al que el actual presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, no duraría en recurrir. 

 Además, y como señala el artículo tres de la reciente ley : Las Comunidades Autónomas que acuerden la prestación del servicio público de comunicación audiovisual determinarán los modos de gestión del mismo, que podrán consistir, entre otras modalidades, en la prestación del servicio de manera directa a través de sus propios órganos, medios o entidades, en la atribución a un tercero de la gestión indirecta del servicio o de la producción y edición de los distintos programas audiovisuales, o en la prestación del mismo a través de otros instrumentos de colaboración público-privada, de acuerdo con los principios de publicidad, transparencia y concurrencia, así como no discriminación e igualdad de trato. Asimismo, las Comunidades Autónomas podrán acordar transformar la gestión directa del servicio en gestión indirecta, mediante la enajenación de la titularidad de la entidad prestadora del servicio, que se realizará conforme con los principios citados anteriormente.

Un punto que daría pie a la externalización en la producción de los contenidos que se emitiesen y a una privatización de la gestión del canal.  Como sabemos, este es es el contexto actual sobre el cual se debate el futuro de Telemadrid  y sobre el cual está habiendo parones constantes de los trabajadores en la cadena que ha provocado la caída aún más del índice de audiencia y de la publicidad.

Rosario G. Goméz, periodista de El País publicó un artículo El hundimiento de Telemadrid donde se incluían datos de audiencia, ingresos publicitarios así como declaraciones de diferentes personalidades que han trabajo para Telemadrid y exponen su punto de vista sobre la situación. El artículo que denota una crítica feroz a la gestión de la cadena y sin duda hacia el PP, se informa por ejemplo de que si Telemadrid se mantuviese en pie la programación estaría configurada por series, películas o incluso programas como Madrileños por el mundo cuya producción emanaría de entidades privadas. 

En este momento, y si la situación no varía, lo más probable es que Telemadrid pase a manos privadas y quizá sea la única salida para mantener la cadena, pero está claro que el carácter con el que se constituyó la cadena en 1984 si ha perdido su sostén, sin duda, en un futuro perderá su sentido. Pero, si esto sucede, podemos estar seguros de que los programas y contenidos que se viertan estarán destinados única y exclusivamente a favorecer los intereses del mando gestor con una asentada ideología, con unos fines económicos y se alejarán de lo que se entiende por servicio público. Entonces la cuestión está en saber, si Telemadrid como órgano con gestión privada conseguirá satisfacer las necesidades del ciudadano porque entonces, si no fuera así, lo más seguro es que surgiese una cadena que poco se podrá diferenciar de Antena 3 o La Sexta. Por lo tanto, ¿podrá seguirse acogiendo a una cadena pública? ¿a qué cadena tendrá que acudir el ciudadano para recibir un verdadero servicio público si corre el peligro de ser privatizada por un bajo índice de audiencia o falta de inversión publicitaria?


Ana Garay 

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