viernes, 28 de diciembre de 2012

La Espiral del Silencio en la TV Pública


No es sencillo escribir sobre televisión porque cualquier televidente –e incluso los que presumen de no serlo– se considera un experto en la materia. Por lo que respecta a la misma, todo el mundo tiene una opinión formada y hasta un par de ideas. El negocio audiovisual no es ajeno a la gran crisis económica que vive nuestro país. De hecho, tras dicha crisis se ha escondido una dura reconversión del sector debido a la renovación tecnológica y la incorporación de nuevos factores de competencia que, con la aportación de la TDT, han sido especialmente acusados en España. Por eso puede decirse que hoy ya nada es igual que antes. Las industrias del cine, la televisión y los servicios audiovisuales se han transformado. 

     En este nuevo contexto, la televisión pública debe tener un lugar propio y una función específica que, creo, aún están por precisar. Si esta se delimitara, podría contribuir incluso como elemento estabilizador del conjunto del sistema audiovisual nacional. Sin embargo, en la actualidad sirve más bien para lo contrario: padece una clara sobredimensión, y es inevitable que su propia desmesura altere artificialmente el equilibrio del mercado y descompense las relaciones de oferta y demanda, porque no hay una reglamentación nítida que limite la financiación, aunque se prescinda de la publicidad. Este desequilibrio ha provocado una metamorfosis en el negocio audiovisual que incluso ha tenido como consecuencia el cierre de algunas productoras o las dificultades financieras de otras.



Photodesc/Getty 



     Según el informe que publicó recientemente Deloitte la televisión pública pierde 2000 millones de euros al año. Tenemos que pagar – más o menos – medio punto de IVA o de otro modo, tenemos que pagar medio punto de IVA para poder ver programas que podríamos ver tranquilamente en cualquier televisión privada. Para ponerlo en contexto, el coste de la televisión pública es alrededor del 75 % de los se recaudaría con el famoso impuesto a los ricos (subir el marginal del 43 % al 55 %) y algo más de lo que nos ahorramos al congelar las pensiones (y con esto no quiero decir que no esté de acuerdo en que se deban congelar las pensiones). Y claro, ni el gobierno ni la oposición, ni los gobiernos autonómicos (las televisiones autonómicas pierden 2/3 del total) ha propuesto deshacerse de las televisiones públicas, porque como exponía mi padre el otro día en el almuerzo “los políticos quieren una televisión (pública) con audiencia porque esto tira de la audiencia de los informativos, que pueden manipular en su favor”. Y lo que también está claro en el informe de Deloitte es que se puede ganar dinero haciendo televisión. Como el mismo informe expone en su página 3 las televisiones privadas ganaron bastante dinero en el 2008. Por las razones expuestas no creo que los políticos se decidan a vender nuestras televisiones públicas (que nos permitiría hacer un poco de caja y ahorrarnos es casi 2.000 millones de euros al año) por lo que creo que este asunto enfatiza la necesidad de crear una institución independiente y lo más apolítica posible que sirva como freno a las ansias de gasto y poco control fiscal que tienen nuestros gobernantes. O sea, y sin querer ponerme pesado, un consejo de política fiscal.

     A tenor de lo expuesto anteriormente, personalmente me pregunto ¿Es razonable? Y lo que es más ¿Es necesario una TV pública con programas como "Gente" o series de baratillo como "Isabel" o "Okpa2" (hasta el nombre produce escalofríos)? La televisión llamada pública nunca ha ejercido como tal, ni los canales autonómicos, estatales o locales. Carentes siempre de pluralidad e inmersos en una búsqueda constante y contradictoria de ganar dinero, de conseguir cuota de pantalla y servir al político de turno en el poder, algo que no compagina con su supuesto servicio al ciudadano. Unos medios dependientes de la voluntad política no pueden aportan ninguna utilidad a los españoles, salvo la de hacer de altavoz y ser un continuo despilfarro de dinero, como demuestran unas cifras astronómicas de gastos, que bien se podrían esforzar en explicar a donde van a parar, por ejemplo mediante auditorías económicas anuales. Estamos abonados a la fuerza a una televisión gubernamental que reproduce unos servicios que ya nos prestan las televisiones privadas. ¿Acaso las películas, las series o el fútbol de Televisión Española son un servicio público? España no está en situación de derrochar dinero y menos los 152 euros por hogar que cuestan las televisiones públicas según el V Informe Económico sobre la Televisión Pública en España.

     Si gastan a espuertas el dinero de los españoles y no aportan nada ¿Para que las queremos? ¿Para qué sirven? Incluso las redes sociales hacen mejor las veces de servidor público que este modelo de televisión. Actualmente los únicos con ganas de mantener la televisión pública son los directivos, los periodistas y los políticos. Todos ellos con intereses bien claros y definidos.  Hace tiempo que desde estos medios no se promueve el conocimiento, no se garantiza información objetiva, ni la libre expresión de opiniones, por tanto no hay otra solución que la privatización, aunque eso sí, convendría encontrar la manera de que los ciudadanos no tengan que pagar por un servicio que no han recibido y lo que es peor todavía, pagar por la mala gestión del mismo.


Enlaces recomendados:
Salvados analiza la crisis de las televisiones públicas via Vertele
Mínimos históricos en la Televisión Pública en España via Formula TV
Alternativa a la TV pública ¿Impuesto sobre los ordenadores? via ADSL Zone


Carolina Ruiz de B.

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